Muchas veces sufrimos dolores de columna, las cervicales y las lumbares son las más comunes, para lo cual realizamos tratamientos, vamos al Kinesiólogo, al Osteópata, al Traumatólogo… pero en ocasiones el dolor no disminuye. Es entonces cuando el fantasma de la cirugía nos empieza a dar vueltas por la cabeza y esto se transforma en una situación muy estresante porque si al dolor que ya estamos sufriendo le sumamos la incertidumbre que provoca una posible operación muy probablemente nos vamos a angustiar.
Las causas que pueden provocar dolor son muchas, las mas comunes tienen que ver con las hernias de disco y protrusiones discales, artrosis, desalineaciones en las articulaciones vertebrales, fracturas / aplastamiento de las vértebras o incluso por desviaciones laterales severas de la columna que generan dolor o un riesgo de compresión para los órganos periféricos.
Si bien nadie se quiere someter a una cirugía, en ciertos casos es necesario considerar la opción quirúrgica:
Cuando la patología está generando una compresión de la o las raíces nerviosas y esto provoca falta de fuerza muscular en alguno de los miembros. Esto se suele manifestarse como claudicación al caminar, se caen los objetos de las manos o perdemos los reflejos.
Cuando una discopatía nos esta provocando una mielomalacia, es decir, una compresión con sufrimiento medular.
Cuando todos los tratamientos que hemos realizado no logran mejorar el dolor.
Si el dolor nos quita el sueño y/o el apetito por mas de 30 días.
Cuando existe una patología específica que el cirujano/a considera necesario operar.